jueves, 26 de septiembre de 2019

Jóvenes, ilusos, enamorados.


Es mejor haber amado y perdido que nunca haber amado, dicen. Sé lo que es. Sé que muchos lo sintieron. No todos, pero vos sabés lo que es.
  • Esa llama en tu pecho que se enciende cada vez que l@ ves;
  • cuando te manda un mensaje;
  • cuando te sonríe;
  • cuando te toca.
  • Esa mirada que dice “para siempre” sin abrir la boca.
  • Esa paz inquebrantable que te transmite estar con esa persona.
  • Esa felicidad infinita que parece que no se va a ir nunca, donde ya no te preocupa el futuro porque estando a su lado ya no necesitas más.

Podría seguir, por supuesto, pero no quiero. Porque hoy esos detalles pequeños pero fuertes me entristecen. Porque ya pasaron años, ya no somos unos niños. Crecimos, maduramos, empezamos a aspirar otras cosas. ¿Pero sabés qué? Yo no me olvidé. Nunca me permití olvidarme de todo eso. Porque después de tanto tiempo te seguí amando. Aunque me haya quebrado en mil pedazos, aunque me hayas roto el corazón más de una vez, aunque ya no sonría cuando te leo, mi amor siempre fue más fuerte. Pero sé que el tuyo no. Sé que tu corazón olvidó, sé que te permitiste disolver todos esos recuerdos y sé que hoy en día todo tu futuro no me incluye. Y está bien. La vida a veces nos pone en diferentes caminos, nos cambia, nos hace crecer y a aspirar a otras cosas. Nos hace ver que la vida no depende siempre de amar… tristemente es así. Y que no todo se soluciona con el corazón, sino también con la cabeza. Es parte de crecer.

Hoy solo me queda enterrar mi cofre del tesoro más preciado con todo eso que fuimos y que va a quedar para siempre en mi corazón. Nunca voy a olvidar lo feliz y lo infeliz que fui con vos, y no me voy a arrepentir nunca de haberte dado todo, y todo lo que me quedó para darte. Hoy lo guardo con cariño, nostalgia y con la esperanza de que algún día eso que entierro florezca.

Felices 8 años.